domingo, 30 de septiembre de 2007

alla por un raro treinta y tres...

Partí de casa cerca de medianoche.
En mi bolsillo 70 pesos, en mi cabeza algunos recuerdos queriendo aflorar y la sensación de extrañar mis inseguridades.
Ya en la terminal comence mis conclusiones; que raro lo que eligieron para que los monitores entretengan a la gente mientras espera su salida. Un corto animado de origen ruso más que distraerme o quitarme el cansancio me aburre demasiado, quizás sea una plan maquiavelico para que la gente quiera subirse al bus lo mas ràpido posible.
Creo haberme dado cuenta que las terminales se me hacen más hospitalarias cuando uno regresa que a la hora de la partida, probablemente el raro recuerdo de mis solitarias odiseas brasileras influya.
Llego mi compañera y la hora del viaje.
Que raro que un bus salga de la terminal para llegar a su destino a las 5 de la mañana, quizás el destino mismo sea lo que influya, que raro que es treinta y tres y su gente.
Minutos pasadas la hora de llegada la rara doble numeración complico ubicar el lugar al cual debíamos acurrir. "seguro que estamos cerca, ahí esta la plaza". Nada raro para una ciudad del interior donde todo ocurre en la plaza, raro es que la plaza se ubique en la intercepción de dos calles con el mismo nombre.
Que raro que es dormir en una iglesia, muy raro fue como haber dormido un día entero. Probablemente haya influido el silencio o que me hayan tendido la cama, las escasas 2 horas de sueño entre la llegada y el inicio de las actividades sirvieron para encarar la jornada laboral con buen ánimo.
Que raro es que la gente este espectante por uno, que rara que es la gente cuando acude a un taller, que raro es que yo esté dando el taller, que raro es que la gente confíe en que lo planifiqué.
Que rara que es la gente del interior, calculo que deben tener mucha memoria para los sucesos que acontecen con gente extraña "te veo cara conocida che". No hubiera sido raro si sólo yo hubiera recordado el rostro de quien nos dio aquel "aventon" llevandonos del distante lugar de descanso a las cercanias del bus. Raro es que aquel personaje apareciera casi dos años después del "resulto que pasamos lindo".
Que rara es la gente, como ofrecen servicialmente su tiempo libre a uno, todos dispuestos sin que nadie lo pidiera a mostrar con un tour su plaza y... su plaza.
Es raro que me siga sorprendiendo que las cosas me salgan bien, no es raro que siga con la sensación de que algún día puedan salir mal.
Que raro que es treinta y tres, no es raro que quiera volver.

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