viernes, 28 de septiembre de 2007

Historias de primavera.

Habia pasado demasiado tiempo desde su ultimo encuentro.
Fue a escasas cuadras del lugar donde siempre solian encontrase que decidió cambiar la ruta. Quizás el tortuoso olor a primavera le haya ayudado a dejar el evitativo camino y a enfrentarse nuevamente con aquel lugar.
Ella había llegado un par de horas antes. Su agitada vida no le permitia demasaido tiempo de ocio, cuando los tenía le gustaba sumergirse en la lectura y era alli donde encontraba la tranquilidad necesaria para disfrutar de la misma.
Cada tanto pensaba en el, fantaseaba sobre en que habría dedicado su vida, imaginaba que ya no pensaba en ella y que seguramente era feliz. Pensar eso le dibujaba una sonrisa y le permitia seguir con su habitual lectura.
El tenía un presente muy distante del que pensaba iba a tener en el pasado. Compartía su vida con quien le brindaba caricias y estabilidad.
Movido por algo que nunca pudo descifrar habia evitado sistematicamente aquel lugar.
La vio desde lejos, creyo haber fantaseado la imagen pero un certero temblor en las piernas le hizo caer en la realidad. Bajo de su auto y camino compartir aquel instante con parte de su pasado.
Sin mediar palabra se sentó a su lado, una catarata de recuerdos no le permitía hablar, tampoco quería. Sólo se limito a morderse el labio inferior mientras vislumbraba el paso del tiempo de aquel cuerpo ahora frente a el.
Ella fingió no haberlo visto, pareció no inmutarse con su presencia. A pesar del tiempo que había transcurrido hayó de lo más natural aquel encuentro. Sin prestarle atención a la lectura continuó con su mirada fija en el libro, sabía que eso irritaría a quien estaba a su lado.
Cuando al fin se reencontro con el aroma de su perfume alzó la mirada y no habló. Se limitó a cerrar el libro y a reencontrarse con aqellos ojos que hacía tiempo no la veían.
El notó el paso del tiempo en la mirada. Arrugas y un cuerpo en apariencia rasposo certificaba aquello, aunque podría haber jurado sin tocarla que su piel aún seguiria siendo suave.
REcordo las mañanas tardes y noches que recorrió cada recobeco de su cuerpo con innumerables caricias. Recordó aquella noche en la cual la abrazo y descubrio que la necesitaba. Recordó aquel momento en el cuál mirando al techo pensó maneras no dolorosas de salir inmune de la nueva necesidad.
Ella recordó sus caricias, como se sucedían una y otra vez de igual manera, casi mecanicamente pero cargadas de placer. Se erizó al recordar sus manos inquietas en la entrepierna mientras se perdían en besos interminables.
Recordó aquella noche en la cual mirando al techo la abrazo, recordó haber deseado que nunca la hubiera abrazado. Pensó en la cantidad de hombres que desfilaron por su cuerpo y ella fue quien abrazo.
Se mantuvieron en silencio, la naturalidad del encuentro se había desdibujado. No hablaban por no decir, quizàs ambos recordaron las tediosas charlas en la cual intentaron sin exito explicar la lógica de lo nunca dicho.
El se paro silenciosamente, ella volió a abrir su libro en la página 674. Se despidierón con la mirada, se desearón suerte en silencio. El camino hasta su auto, resopló y partió a seguir con su vida. Ella se sumergio nuevamente en la lectura.
En silencio se dijieron hasta siempre, habiendo entendido que la palabra siempre está negada a los mortales.

20 de setiembre.

No hay comentarios: