Si quien este leyendo estas lineas viviò al norte de Malvin durante mediados de los 90´, testificara que lo que cuento es cierto.
Sistematicamente todas las tardes, alrededor de las 17 horas, una mujer de aspecto desalineado cruzaba el campito donde soliamos dedicar las horas a patear la redonda. Lo extraño no era el aspecto de la doña sino que llevaba en brazos un muñeco de bebè, un bebote como le soliamos decir.
Tipico de la adolescencia soliamos vociferar alguna frase sobre lo loca que estaba. Tambièn inventabamos historias como que se le habia muerto un hijo o más perverso aùn, que se lo habian matado a las cinco de la tarde.
Cierto es que nos daba un miedo terrible a todos, cada vez que nuestros religiosos actos se cruzaban (nuestro partidito y su andar), era el nuestro el que solia interrumpirse ya que ella no parecia inmutarse por nuestra presencia y menos aùn por nuestros infantiles actos.
No se si alguien màs se acordara de esa "extraña mujer", hoy la recuerdo sin sentir miedo.
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