viernes, 28 de septiembre de 2007

Fiducia 2.



La cena de antenoche generaba en mi gran espectativa. Iba a utilizar por primera vez en mi recinto una sartén de teflón. La misma había sido adquirida días atrás y su debut se había hecho esperar. Meses habían pasado desde que había descubierto las bondades para la cocción con dicho material. Mis deseos de poseer un objeto que simplifique mi vida domestica se habían cumplido. Es cierto que era demasiado liviana y que por lo general ese tipo de sartenes pesan más pero, ¿Por que habrían de engañarme?, sin dudas era teflón. La desilución fue grande al ver que solo con pasarle la parte blanda de la esponja (la amarilla), el teflón magicamente se transformo en aluminio. La desilución fue similar a la sentida en un país vecino al comprarle a un bendedor callejero una colección de discos compactos que en mi casa no funcionaron jamás. Similar a la sentida cuando me compre un par de zapatillas que con un mes de uso se quedaron sin suela. Similar a la sentida cuando por ahorrar un flete compre un colchon sin garantía en una tienda aledaña a mi hogar de turno. me habían dicho que era de marca y que iba a durar. El precio valía la pena, era caro pero iba a durar. Solamente siete noches demoro en vencerse, además no tenía garantia contra inundaciones ni cuerpos sexuales sudorosos. Aprovecho esta oportunidad para agradecer a la gente que no se aprovecha de mi nobleza (llamese idiotez), y no me vende espejitos de colores.

7 de julio.

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