jueves, 27 de septiembre de 2007

Hormigas.

Sucedio una de esas tardes de verano que se caracterizan por la resistencia generalizada hacia el comienzo del otoño. Mientras dedicaba mi tiempo a bartolear (es decir "a no hacer nada"), y lo más interesante que se me ocurria hacer era tararear una canción fuera de moda recostado en el sillón del semi florido jardin de casa... Ahí fue que la vi.
A escasos centimetros de mi mano derecha una pequeña hormiga llamo mi atención, se encontraba a una considerada distancia de sus compañeras y llevaba en su lomo (o como quiera que se llame esa parte de la anatomia "hormigásea") un pequeño trozo de hoja como carga. Podría haber pensado que por algún motivo se había alejado de su camino y ayudarla con un caritativo acto de compañerismo hacia la labor de las hormigas y acercarla a las demás.También podría haber hecho caso omiso a la situación y seguir con el poco trasendente tarareo de la canción de los "decadentes" que venia realizando. Preferí, en un impulsivo acto, juntar la punta del dedo indice de mi mano derecha con la punta del dedo pulgar de la misma mano. En un veloz y certero movimiento le propine un "tiquiñazo" que la envio aún más lejos del camino. El golpe fue digno de ser aplaudido por cualquiera de los luchadorers de los gladiadores americanos.
Al verla acomodarse me acerque a ella, sobre la azotea del vecino un desconcertado perro en pleno encierro me observaba de forma incredula.
Me prepare para un nuevo golpe y sin vasilaciones, con el fin de calmar mi aburrimiento, nuevamente repetí el brutal acto de violencia antes contado... Este no fue tan divertido por lo cual desistí del "juego" y me prepare para volver a mi sillón. Fue en ese momento que aconteció, juro que no estaba bajo el efecto de ningún alucinogeno (salvo que el pan con manteca y dulce de membrillo que me había manducado minutos antes tuvieran en su receta algún condimento especial). Al darme vuelta escuche una voz que me decia; "parece que me estas obligando a descanzar"...
Demoré en darme cuenta de donde había venido la voz, no fue sino hasta que volvió a hablarme que me percaté que había sido la pequeña hormiga quien me habia hablado.
- Si, fuí yo quien hablé... te parece lindo?, metete con alguien de tu tamaño!!.
Escucho voces pensé. Enseguida comencé a realizarme un breve autoanalisis semiologico para ver si me había convertido en un psicotico más . Las voces definitivamente no provenian de mi cabeza. Me dirigí hacía el pequeño insecto y le pregunte si había sido quien había hablado.
- Por supuesto, que yo sepa los perros no hablan!!!
La ironía en su tono de voz llevo a que dejara de lado el descreimiento que tenía para hacer entrar un profundo enojo por la forma que me había hablado. Comenzamos así una équeña charla...
- Disculpame chiquita, hasta el momento no sabía que tu especie hablara...
-Te acabas de enterar! También acabas de ganarte un pase seguro al manicomio, contale a alguien de esto y seguro que terminas con más de un electroschock en algún psiquiatrico!.

Tenia razón, la "cosa" ya era entre ella y yo, nadie iba a creer que me encontraba en mi sano juicio si hubiera salido en ese instante a mostrarme con el asombro que lo que estaba sucediendo me habia generado. Intentando parecer calmo y buscando bajar los deciveles de la conversación continué la conversación con la mejor de mis caras de "pocker" y el tono de voz como el digno de una charla de café.
- Bueno che no te pongas así. Entendé que la situación no es del todo creible.
- Es verdad, nosotros las hormigas no solemos hablar mucho. Cuando lo hacemos es siempre con el perfil más bajo e intentando no ser escuchadas.
- y eso?
- Es que frente a cualquier otra especie de las que habita en este mundo nosotras somos "seres superiores" y salvo contadas ocaciones no nos interesa demostrarlo.
No se si fue el nerviosismo que me produjo sus palabras, la situación misma o mi ego de "homo sapiens" cada vez más hundido. Pero lo unico que atine a realizar frente a semejante afirmación fue una leve sonrisa irónica que por el gesto de quien me acompañaba deduzco no fue del todo creible.
Levanto la ceja de su hojo derecho, entrecerro la del hojo izquierdo y prosiguio;
- Llegamos a un punto de nuestra evolución en el cuál todo lo sabemos y no sentimos nada...
Continué escuchando esperando que se explicara un poco más, a esta altura la hormiga y yo ya eramos como amigos. Frente a mi silencio y falta de reacción, fue ella quien retomo la charla.
- Geneticamente fuimos dotadas de una carga de sabiduria inmedible, no hay nada que no sepamos. Pero lo más caracterisco de nosotros es que esa sabiduria no nos genera ningún tipo de sentimientos, permanecemos inmunes a cualquier percepción que se nos quiera aparecer como movilizante.
- No creo que lo sepas todo... ¿No sentiste nada después de que te pegue?
Mi voz sonó a la del un nene chico protestando algún capricho. El perro en la azotea llorisqueteaba no entendiendo que estaba sucediendo.
-Pues es así nada sentí...
Continué perplejo e incredulo, por fin estaba frente a alguien que había logrado el "nirvana" de no ser absorvido por ningún sentimiento. Alguien que podía guiarme a solucionar busquedas no resueltas, a calmar vacios existenciales. Quizas el silencio se haya extendido durante horas duro hasta que, nuevamente de forma muy sabia, ella continuó con la conversación.
-¿No queres preguntarme nada?. La lógica del orden dice que debo continuar con mi trabajo, seguir siempre el mismo camino y no detenerme demasiado. Debo continuar...
Un poco me defraudo lo que me dijo, lo rutinario me parecio "poco sabio". Me hizo recordar que nos parecemos bastante a las hormigas en ese sentido.
-¿No me vas a preguntar nada?, probablemente sea la unica vez que hables con uno de nosotros.
Nuevamente se produjo un silencio prolongado. Debia pensar una pregunta digna de ser realizada a alguien de semejante sabiduria.
Varias opciones se me ocurrieron. Entre otras cosas pense en preguntarle sobre el sentido de la vida, sobre la existencia de alguna divinidad que nos guia y si ésta guia nuestros destinos y hasta en cual es la raiz cubica del numero de mi cedula.
Cualquiera de las preguntas podria haberme contestado, me sentia perturbado. Continue pensando una posible pregunta hasta que mis labios parecieron hablar por mi.
- ¿Que se siente no sentir nada?
Me miro con gesto anodino y contesto:
- Ya te lo conteste, no sentimos nada...
Enseguida me dí cuenta que no estaba preparado para escuchar la respuesta a cualquier pregunta que no pueda ser resuelta por mis experiencias. No habia que buscarlo en nadie. Todas las preguntas son guias, el vacio forma parte de nuetra naturaleza. Lo importante es vivir con ellas en paz. Todo resulta muy simple luego de esa percepción, simple como una hormiga. De alguna manera todas mis preguntas habían sido respondidas.
Algo le dije, no recuerdo que, pero ya era tarde, no me contestó. No sentí que me estuviera ignorando, nuevamente había vuelto a ser una hormiga como las que siempre conocí.
Tuve unos segundos en los que creí que todo había sido producto de una alusinación. Pensé en falsearme y creer que nada había ocurrido. Decidí creer en lo sucedido y no tener ninguna moraleja al respecto, no quice convertir a la hormiga en un personaje salido de algun cuento de autoayuda. No se que habrá pasado con ella, a veces me lo pregunto, me gusta creer que probablemente se la haya comido alguna araña o haya sido aplastada por algún pie humano.
También decidí jamás vovler a hablar con una hormiga.

Enero - Marzo 2007
Publicado 28 de marzo

No hay comentarios: